No sé cuántas columnas he escrito sobre Buenaventura. La ciudad y el puerto de Colombia de cara al Pacífico, con terminales portuarias a la altura de las mejores del mundo, pero también una de las ciudades con los índices más altos de pobreza, con muy baja calidad educativa, un desempleo alarmante y dominada por grupos criminales.

Se ha vuelto costumbre que cada cierto tiempo Buenaventura se vuelve noticia por oleadas de violencia que terminan en un aumento desmedido de homicidios y extorsiones, entre muchos otros delitos. Cuando esto pasa, los medios nacionales voltean su mirada hacia el Distrito para hablar de sus problemáticas. Normalmente, también sucede que se realizan un par de consejos de seguridad que prometen más pie de fuerza, el distrito se militariza y la situación se ‘estabiliza’. En los últimos años, este escenario además estuvo acompañado de unas negociaciones y acuerdos entre las bandas Los Shottas y Espartanos, en el marco de una mesa denominada socio-jurídica con el Gobierno Nacional.

Nadie niega que durante este ‘cese’ hubo una reducción de los homicidios, pero tampoco se puede ignorar que otros delitos, principalmente la microextorsión, aumentaron sustancialmente. Sin embargo, todo quedó ahí, de espaldas a la ciudadanía y sin avances concretos en torno a una solución real de la violencia y de las causas estructurales del conflicto: el dominio territorial por el control del narcotráfico y el contrabando en el puerto.

Lo peor de la situación es que mientras todo esto pasa, lo estructural no cambia, y con lo estructural me refiero a las condiciones de vida de la gente, la posibilidad de que la economía crezca y que la sociedad civil organizada desarrolle su potencial. Una muestra de que las condiciones de vida no mejoran es la cobertura y la calidad educativa. Los niños bonoverenses, debido a las dinámicas mencionadas y factores propios de la institucionalidad educativa, no ven en la educación un camino para su futuro y, por el contrario, sí lo ven en las bandas y las armas. También me refiero al agua potable en Buenaventura, que en el mejor de los casos es de hasta seis horas al día.

Lo estructural también es que hacer empresa en Buenaventura es casi misión imposible por todas las problemáticas antes descritas, lo que se convierte en un círculo vicioso, porque los jóvenes que logran salir de la espiral criminal terminan desempleados y sin oportunidades formales por el poco tejido empresarial del distrito. La otra cara de esta moneda son los líderes y organizaciones sociales que le ponen el pecho a esta situación con muy pocos recursos, pero sí con mucho amor por su tierra. Líderes que sacan todos los días a los niños de estos entornos de violencia a través del arte, la música y el deporte.

Desde hace una semana larga la situación de seguridad de Buenaventura empeoró y hemos visto a la Gobernadora y a la Alcaldesa desde sus capacidades haciendo presencia y tomando decisiones. Sin duda, el gran ausente ha sido el Gobierno Nacional; sin embargo, el llamado es a que sea esta la ocasión, al menos desde lo territorial, para que trabajemos juntos y le demos una mirada diferente a Buenaventura y que unamos esfuerzos para que estos asuntos estructurales se resuelvan y no sigamos en este vaivén de violencia que cada tanto pone la atención de todos en Buenaventura.

Tomado de elpais.com

En los últimos días hemos estado hablando de dos grandes proyectos regionales que tienen que ver con Buenaventura y que son vitales para su competitividad: el dragado de Buenaventura y la Mulaló - Loboguerrero. Pese a la importancia de ambos, desafortunadamente han sido noticia porque no avanzan con la agilidad que necesitamos.

Mulaló –Loboguerrero lleva más de seis años parado y hoy, después de pasar muchos de los obstáculos relacionados con las consultas previas y el licenciamiento ambiental, estamos a la espera de que un tribunal de arbitramiento defina si se ajusta el valor del proyecto para que la obra pueda iniciar o si definitivamente se liquida el contrato.

El mejor camino es que se logre un acuerdo en el marco del contrato actual, dada la importancia de este proyecto para la competitividad y el bienestar social del suroccidente colombiano. La Mulaló - Loboguerrero reduciría en una hora el tiempo de viaje hacia Buenaventura, generaría cerca de 1800 empleos directos, incentivaría el turismo y brindaría mayor accesibilidad a las comunidades de la zona de influencia.

Además, generaría una mayor redundancia a la red vial regional ante la saturación de la vía actual Cali – Dagua.

Del dragado de profundización del canal de acceso al puerto de Buenaventura venimos hablando hace muchos años y cada día se vuelve más relevante para la competitividad del puerto más importante de Colombia en el Pacífico. No tener la profundidad de al menos 16 metros nos puede convertir en el muy corto plazo en un puerto ‘feeder’, lo que implicaría que embarcaciones pequeñas desde Buenaventura deban transportar la carga a puertos con la profundidad óptima para posteriormente trasladar la carga a buques más grandes para viajes de larga distancia. Esta doble maniobra sin duda aumentaría los costos y tiempos de llegada de la carga colombiana hacia o desde los mercados de interés.

Recientemente hemos hablado mucho del puerto Chancay en el Perú y de sus efectos en Buenaventura. Aunque es importante monitorear los riesgos y oportunidades del surgimiento de puertos como este, lo cierto es que mientras no tengamos la profundidad requerida frente las nuevas tendencias del mercado naviero, con buques de alta capacidad, todos los puertos del continente en la costa Pacífico nos deben generar una alerta enorme.

Con este panorama no podemos dejar de exigirle al Gobierno Nacional agilidad para resolver los cuellos de botella en estos dos proyectos, ya que ambos se necesitan urgentemente. Sin embargo, al hablar de Buenaventura no podemos quedarnos solo en estos proyectos. También debemos hablar del servicio de agua en el distrito, que en el mejor de los casos es de hasta 10 horas al día. Esta situación no solo afecta la competitividad del puerto, sino que es infame con los bonaverenses. El Gobierno Nacional, la empresa de acueducto, la Alcaldía y Vallecaucana de Aguas deben dar respuestas en lo relacionado a lo estructural, pero también a las situaciones coyunturales generadas por turbiedad y sequía, que afecta de manera dramática el servicio, haciéndolo aún peor.

Me podría quedar enlistando retos y prioridades para Buenaventura. Por ejemplo, la seguridad, tema en el que los problemas de fondo están lejos de solucionarse.

Buenaventura debe ser una prioridad y se le debe dar importancia a su papel en el desarrollo de la región y de Colombia como puerto, pero sin perder de vista que Buenaventura es mucho más que un puerto y requiere una mirada integral.

Necesitamos profundización, la Mulaló, el agua, la seguridad, la educación, todo es fundamental. Echémosle ojo a nuestra Buenaventura y exijamos para ella.

Tomado de elpais.com

Buenaventura está lleno de contradicciones y realidades paralelas. Por un lado, es el puerto más importante de Colombia en la cuenca del Pacífico, por donde se mueve alrededor del 39% del comercio exterior del país, equivalente a 16,39 millones de toneladas (2023). Todo esto se da a través de terminales portuarias que no tienen nada que envidiarle a las mejores del mundo en términos de tecnología y logística.

Por otro lado, es uno de los municipios más pobres de Colombia con un 41% de su población en situación de pobreza multidimensional, 24,6% de desempleo, con más del 43% de los estudiantes que en las Pruebas Saber tienen niveles insuficientes en diferentes áreas, sin agua las 24 horas del día y con una violencia enquistada, relacionada con luchas entre 2 bandas criminales. Pero sin duda, Buenaventura también es un territorio lleno de personas talentosas, con muchas ganas de vivir y sobre todo de vivir en paz. Líderes sociales que con las uñas -o la cutícula- le quitan niños y jóvenes a la violencia todos los días, dándoles referentes diferentes desde la cultura, el deporte y el arte.

Durante años esta realidad del Distrito nos ha jugado en contra, siendo punto de conflicto y discordia. Sin embargo, llevamos los últimos tres años, en el marco de Compromiso Valle, oyéndonos y entendiéndonos para trabajar conjuntamente en cambiar estas contradicciones. Somos empresarios, líderes sociales, fundaciones empresariales, familiares y de base que hemos decidido dejar las prevenciones y empezar a trabajar juntos. Unidos desde la diversidad y sin que nadie pretenda cambiar al otro, pero sí con la clara convicción que es con trabajo colaborativo que se generan los grandes cambios. Nadie esconde la realidad, son muchos frentes en los que tenemos que trabajar, sin embargo, nos hemos dado cuenta de que sin estigmatizarnos y aprovechando las diversas potencialidades somos más fuertes.

La semana pasada tuvimos nuestro primer hito en este camino: el Festival Red Salvavidas por la cultura, el deporte y el emprendimiento. Fue un día inolvidable en el que la esperanza se sentía en el ambiente. Niños por todas partes con sus uniformes de fútbol, niñas y niños con sus vestidos de baile, emprendedores y organizaciones mostrando todo lo que hacen. Fue un evento austero, pero con mucho amor. Ver las caras de los niños que, además de reflejar su inocencia, nos mostraron el impacto que causamos en ellos cuando nos convencemos de la capacidad que tenemos de cambiar sus realidades, verlos tan felices y compartiendo en un ambiente sano y de recreación nos demostró que todo ha valido la pena. Empresarios que pusieron este evento en sus agendas para ir a reconocer a esos líderes sociales que hacen lo que ni el Estado hace por Buenaventura y medios de comunicación que se animaron a contar una noticia distinta de esta ciudad.

Para algunos el Festival fue un evento más, que no tiene importancia porque al final no resuelve en nada los problemas estructurales. Sin embargo, para los empresarios y las 39 organizaciones fue la demostración de que sí podemos trabajar juntos, que si nos ponemos metas comunes podemos alcanzarlas y que es a partir de hechos que se reconstruye la confianza. Por eso el llamado es a que sigamos trabajando por una sola Buenaventura, la competitiva, pero también por la Buenaventura en paz y próspera para sus habitantes.

Tomado de elpais.com

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