Mucho hablamos de grandes proyectos de infraestructura, que claramente son muy importantes y necesarios. Sin embargo, no podemos perder de vista que gran parte del desarrollo y la competitividad regional se logra si, además de las vías primarias, logramos mantener y mejorar nuestras vías rurales o red terciaria.
Es a través de la red terciaria como se logra mejorar el acceso de los ciudadanos a servicios de primera necesidad como la salud y la educación. Cabe recordar que para muchos habitantes de los centros poblados del departamento resulta complejo llegar a las cabeceras municipales. Para muchos niños de las zonas rurales es toda una travesía llegar a sus colegios diariamente, y qué decir de la llegada a los centros de salud. Esto sucede no solo en municipios apartados como el Águila y el Cairo, sino también en las zonas rurales de municipios como Palmira, Jamundí y Tuluá.
Por otro lado, siempre escuchamos en los discursos las intenciones de fortalecer y apoyar los emprendimientos campesinos y étnicos. Sin embargo, estos discursos omiten una parte importante de la ecuación: de nada sirve darles apoyo y hasta capital semilla a estos emprendimientos y producciones agrícolas, si estos no logran tener bienes públicos que les permitan vender y movilizar sus productos, ya que el gran potencial de venta está en las ciudades y centros urbanos. Así mismo, una mejor infraestructura vial les permite ser más productivos gracias al acceso a nuevas tecnologías e insumos baratos.
Por esto, cuando hablo de bienes públicos, hablo de red terciaria, pero además de la necesidad de contar con otras infraestructuras como agrocentros que sirvan para consolidar la producción agrícola regional, su conexión con los nodos de comercio exterior y hacia el resto del país.
Según el último inventario vial realizado por la Gobernación del Valle del Cauca en 2019, cerca del 75% de las vías del departamento son terciarias y solo el 14% está en buen estado. A pesar de los esfuerzos de la Gobernación y de los municipios, hoy el panorama puede ser incluso peor después de la reciente temporada invernal, que en algunos lugares casi borró lo que se hubiera considerado una vía terciaria.
ProPacífico realizó el estudio denominado ‘Vías terciarias: oportunidades para su fortalecimiento en el Valle del Cauca’, este cuantifica que se requerirían cerca de $2,5 billones en un horizonte de 15 años para poner a punto y mantener en óptimas condiciones nuestra red departamental. Un reto enorme, por lo que debemos avanzar en priorizar los corredores y sofisticar las herramientas de gestión de activos viales. Hacer de esto un propósito común de región es clave. La convergencia de recursos es fundamental, debemos aprovechar la decisión política del actual Gobierno Nacional de financiar estas vías para sumar recursos propios de la Gobernación y las alcaldías, además de regalías, obras por impuestos, e incluso de cooperación internacional.
Según este estudio, que al final es una herramienta que busca contribuir a la priorización de las intervenciones en la red rural, unos de los corredores que se destacan en una primera fase son: el corredor Roldanillo – La Tulia – Trujillo – Riofrio, las vías hacia el Águila y el Cairo, todas de gran importancia para consolidar las apuestas productivas y el turismo, de esta zona del departamento. De igual manera en la región sur, los corredores en Dagua y la Cumbre, lo mismo que en las zonas rurales de Palmira y Cerrito, solo por dar algunos ejemplos.
Las vías terciarias deben estar en nuestra agenda regional de prioridades como complemento indispensable para los grandes proyectos que hemos venido impulsando. Solo con territorios rurales fortalecidos y conectados, seremos más competitivos y alcanzaremos el desarrollo regional reduciendo las disparidades y la pobreza.
*Tomado de elpais.com.co