Cuando se piensa en alcanzar el desarrollo en cualquier territorio, sin duda, se debe tener en cuenta la salud de sus habitantes como variable fundamental. Una población enferma no solo aumenta las muertes -seguramente en muchos casos prevenibles- sino que genera altos costos económicos y sociales.
Por esto desde ProPacífico venimos trabajando desde hace ocho años en mejorar la gestión del riesgo y la navegabilidad de las personas en el sistema de salud, especialmente en lo que tiene que ver con enfermedades crónicas como el cáncer, frente en el que hemos adelantado acciones en alianza con City Cancer Challenge. Así mismo, hemos trabajado en el acceso efectivo al sistema con programas como Hospital Padrino en alianza con la Fundación Valle del Lili.
Los dos programas vienen transformando vidas en la región. En el primero se mejoró un 20 % el diagnóstico oportuno de las mujeres con cáncer de seno en el último año, lo que a su vez significa más probabilidades de supervivencia a la enfermedad; mientras que Hospital Padrino se ha convertido en un modelo nacional para la disminución de la mortalidad materna, gracias a la formación del talento humano en salud y la telemedicina, dos componentes que han contribuido a disminuir consistentemente este indicador en la región.
En América Latina, las enfermedades crónicas representan más del 70 % de las muertes, lo que afecta la competitividad de los países al aumentar el gasto en salud y reducir la fuerza laboral activa. En Colombia, la mortalidad prematura por enfermedades no transmisibles le cuesta al país más del 2 % del PIB cada año, lo que evidencia que invertir en salud es también una estrategia clave para el desarrollo económico y social sostenible.
Lo anterior no se alcanza sin un trabajo colectivo contundente. Desde ProPacífico estamos convencidos de que en la salud, como en los demás componentes del desarrollo, el trabajo colectivo es determinante. Precisamente los logros que hemos tenido en la lucha contra el cáncer y la mortalidad materna en la región se han dado gracias a la capacidad que se ha tenido de sentar en la mesa a los diferentes actores del sistema en entornos de confianza, con información transparente para todos y siempre con el propósito de encontrar objetivos comunes.
En un momento de tanta dificultad para el sistema de salud colombiano, es clave alzar la voz para evidenciar que sí se pueden dar resultados en salud sin hacer los cambios estructurales propuestos, que tristemente más que un cambio de modelo parece una ‘venganza’ contra unos actores del sistema.
Lamentablemente en materia de salud el panorama no es alentador y lo más grave está por venir. La desfinanciación del sector cada día es más evidente, sumado a que ya era un sistema con problemas de sostenibilidad. Recientemente, la Corte Suprema instó al Ministerio de Salud a ponerse al día con el pago de los presupuestos máximos y a recalcular el insuficiente valor de la UPC, pero no vemos al Gobierno tomando acciones. Todos los días oímos noticias del cierre de servicios o de hospitales por la falta de pago de las EPS, hoy en su mayoría administradas por el Estado.
Lo que es un hecho es que la salud de los colombianos se está deteriorando y todos los días será peor. En los días venideros no solo sumaremos muertos, sino que el bienestar y la productividad se verán seriamente perjudicados. Ojalá el Gobierno Nacional y el Congreso actúen con responsabilidad y tomen acciones para parar esto.
Tomado de elpais.com
El Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer, nos da la oportunidad de reflexionar sobre los retos y avances en la atención de esta enfermedad en Cali, ciudad que -a pesar de las adversidades- continúa luchando por fortalecer su sistema de salud. La intervención gubernamental en las EPS ha expuesto aún más las fallas estructurales del sistema, como el aumento de quejas, la insuficiencia de la Unidad de Pago por Capitación (UPC) para cubrir tratamientos y los retrasos en los pagos a los prestadores de servicios. Mientras que la Corte Constitucional, al declarar un “incumplimiento general” en el pago de los presupuestos máximos, subraya la urgencia de corregir las deficiencias que afectan gravemente la atención de enfermedades costosas como el cáncer.
En medio de este panorama, Cali ha demostrado que la innovación y el trabajo colaborativo pueden marcar la diferencia. Gracias a alianzas estratégicas entre empresas como Siemens, organismos internacionales como el Banco Mundial, fundaciones como ProPacífico, City Cancer Challenge y las secretarías de Salud de Cali y del Valle del Cauca, se está implementado el proyecto Breast Cancer Diagnostics Coordination, un ejemplo de resiliencia y esperanza.
Este proyecto pionero y único en Colombia, busca reducir el tiempo de diagnóstico para mujeres con sospecha de cáncer de mama, un paso clave para aumentar la sobrevida. Antes, solo el 53% de las pacientes con una mamografía o ecografía sugerente de cáncer accedía a una biopsia confirmatoria en menos de 30 días. Ahora, tras integrar datos de aseguradoras y prestadores en una base centralizada y gestionar el riesgo de manera individual y colectiva, esa cifra ha ascendido al 73%. En el último año, más de 400 mujeres que estaban fuera de la ruta o enfrentaban retrasos críticos han sido ‘rescatadas’, evitando así diagnósticos tardíos y pronósticos desalentadores.
El impacto no se limita a Cali. La estrategia se ha extendido a once municipios del Valle del Cauca y se perfila como un modelo replicable para enfermedades como el cáncer de cuello uterino, VIH y enfermedades crónicas. Este enfoque no solo mejora la detección temprana, sino que redefine la manera en que un sistema de salud, hoy fragmentado y muy golpeado, puede coordinarse para brindar atención eficiente y oportuna.
Es así como confirmamos que la lucha contra el cáncer no depende únicamente de tratamientos médicos, sino de sistemas sólidos, alianzas estratégicas y la capacidad de responder con innovación ante los desafíos. Cali le está demostrando al país y por qué no al mundo que con compromiso y colaboración es posible transformar realidades y brindar esperanza a quienes más lo necesitan.
El camino aún es largo, pero cada paso hacia un sistema de salud más inclusivo y eficiente nos acerca a un futuro en el que el cáncer deje de ser una condena y se convierta en una batalla que podemos ganar juntos.
Por: Daniel Humberto Echeverri, director Proyecto Salud de ProPacífico
Tomada de: El País.
El Pacífico colombiano enfrenta desafíos significativos en materia de salud materna y neonatal. En Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño la situación es desafiante. Con más de 78 mil nacimientos en 2022, que representan el 14% del total nacional, la falta de acceso a una atención médica de calidad ha contribuido a tasas alarmantes de mortalidad materna y neonatal. En 2022, se reportaron 47 casos de mortalidad materna temprana y 1,318 casos de mortalidad perinatal y neonatal tardía en la región, evidenciando una grave problemática de salud pública.
Estos desafíos no solo afectan la salud de las madres y los recién nacidos, sino que también tienen profundas consecuencias socioeconómicas. La pérdida de ingresos familiares, la disminución en la productividad y el detrimento del patrimonio familiar son algunas de las secuelas que estas tragedias dejan a su paso. La situación se agrava aún más en las comunidades rurales y remotas, donde las barreras para acceder a atención médica oportuna durante el embarazo y el parto son más pronunciadas.
Ante este panorama, surge la necesidad de implementar mecanismos innovadores de financiación que permitan abordar estos problemas de manera efectiva y sostenible. Es aquí donde los Bonos de Impacto Social (BIS) se presentan como una solución viable y prometedora pues son instrumentos financieros diseñados para atraer inversiones privadas en proyectos que precisamente buscan generar un impacto social positivo, al tiempo que ofrecen un retorno financiero basado en el éxito de las intervenciones.
En este caso, la implementación de un bono dirigido a reducir la mortalidad materna y neonatal en el Pacífico colombiano tiene el potencial de cambiar vidas. Es con este propósito que la Fundación Valle del Lili, ProPacífico y SilverBack adelantan en el país la estructuración de este bono que busca movilizar $13,300 millones durante tres años para mejorar la atención en salud en la región.
Con un enfoque integral, este BIS involucra la capacitación de 9,500 trabajadores de la salud, la implementación de telesalud para emergencias neonatales y la mejora en la adherencia a estrategias hospitalarias. Además, beneficiará directamente a 10,000 pacientes y sus familias, así como a 235 instituciones de salud. La clave de este modelo es el pago por resultados: el retorno de la inversión está condicionado a la consecución de metas específicas, como la reducción de la letalidad materna y la mejora en la atención oportuna de emergencias.
La implementación de este bono en la región Pacífico aborda una necesidad urgente, y establece un precedente para futuros proyectos de financiación innovadora en Colombia dado que, al canalizar recursos hacia intervenciones basadas en evidencia y orientadas a resultados, los Bonos de Impacto Social pueden acelerar significativamente el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS, particularmente en áreas críticas como la salud materna y neonatal.
En un país en el que las inequidades en salud son una realidad persistente, los BIS representan una herramienta poderosa para cerrar brechas y promover un desarrollo más equitativo. La esperanza es que este primer bono en el Pacífico colombiano sea solo el comienzo de una ola de innovación financiera que transforme la manera en que abordamos los desafíos más apremiantes de nuestra sociedad.
Autor: Daniel Echeverri, director del Proyecto de Salud de ProPacífico.
Tomado de El País.