En la última reunión del Bloque Parlamentario, donde estuvimos reunidos con el Director de Planeación Nacional analizando el Plan Nacional de Desarrollo y los proyectos del Valle del Cauca, hablamos de la importancia del proyecto del tratamiento secundario de la Ptar Cañaveralejo para la descontaminación del río Cauca. Un proyecto que tiene un impacto significativo a nivel nacional.

El Director señaló que era inviable que la Nación cofinanciara todas las plantas de tratamiento de aguas residuales que necesita el país. Sin embargo, se le aclaro que esta no es cualquier Ptar. Cali es el mayor contaminador del río Cauca, el río después de pasar por Cali ha llegado a presentar condiciones extremas de contaminación y pérdida de ecosistemas. Esto, representado técnicamente en los valores de oxígeno disuelto de hasta 1,5 mg/L en épocas de verano, entre las estaciones de monitoreo de paso de La Torre y Riofrío, es decir, que el río se encuentra muerto y solo logra volver a tener valores óptimos de oxígeno disuelto (mayores a 4 mg/L) hasta después de La Virginia.

Y es que el río Cauca no es cualquier río, pues, con sus más de 950 kilómetros de longitud, es uno de los diez grandes ríos de Colombia y su importancia para el Valle del Cauca y cerca de siete departamentos aguas abajo es evidente. Es fuente abastecedora de actividades productivas de gran importancia para la economía local y nacional, y para el suministro de agua para consumo humano para muchas ciudades incluyendo por supuesto Cali.

En ese contexto, la Ptar Cañaveralejo es un proyecto estratégico no sólo para el Valle del Cauca sino para la nación. Lo preocupante, es que así logremos incluirlo en el PND, pasarán varios años para que podamos empezar a dejar de contaminar el río. El primer paso es que Emcali se encargue de la repotencialización del tratamiento primario. Lo segundo y no menos importante, es que el proyecto de tratamiento secundario debe ser estructurado en fase tres.

Desde que se creó el Colectivo Río Cauca -plataforma colaborativa para la recuperación de la cuenca alta del río- hace cinco años, se está oyendo de la necesidad de esta Ptar. La CVC siempre ha estado dispuesta a financiar sus estudios y diseños, sin embargo, Emcali siempre dijo que se encargaría del asunto. Lo cierto es que, hasta tanto no se tengan estudios, no hay hoy un proyecto a financiar. La buena noticia es que se ha concertado en el marco del Colectivo Río Cauca que la CVC se encargue de la estructuración en fase tres. Tristemente, perdimos al menos tres años, por lo que debemos tener celeridad en el desarrollo de los estudios para iniciar lo más pronto posible la ejecución de uno de los proyectos más importantes del suroccidente de Colombia en materia ambiental.

Pero si esto no fuera suficientemente frustrante, hay que mencionar que buena parte de la financiación de este proyecto está asegurada, ya que el Conpes 3858 estipula que los intereses del crédito que Emcali tiene con la nación deben ser devueltos en proyectos de saneamiento básico a la ciudad. Entonces, ¿qué proyecto puede ser más importante para financiar con estos recursos?

Es inconcebible que hayamos perdido tanto tiempo, esto sin contar con la necesidad también de la Ptar del sur, la cual fue discutida en el anterior PND y a la fecha tampoco tiene estudios de factibilidad. Los asuntos ambientales deben ser prioritarios y todos debemos cerrar filas para ponerlos en los primeros lugares de la lista de prioridades. Esperamos el apoyo tanto de los ministros de Hacienda y de Vivienda y el Director de Planeación Nacional para que podamos por fin, empezar a descontaminar nuestro río Cauca.

*Tomado de elpais.com.co

Servicio público, una expresión muy usada, pero con interpretaciones y vivencias variadas. Para mí el servicio público es pensar y trabajar por el bien común. Algunas veces se ejerce desde entidades gubernamentales, otras veces desde entidades privadas y muchas veces en el día a día, con acciones cotidianas que llegan a ser extraordinarias.

Desde niña el servicio público inspiró mi vida. Cuando acompañaba a líderes de la región en sus correrías políticas, me gustaba oír los problemas de las personas y ver cómo se les buscaban soluciones individuales y conjuntas. Pronto entendí que ese era el corazón de la labor pública y por eso, elegí ser abogada, por considerar que esta profesión me daría herramientas para ser una buena servidora pública.

Pasé varios años vinculada al Gobierno Nacional y luego, volví a Cali, vinculándome a ProPacífico una entidad privada sin ánimo de lucro, que me permite seguir trabajando por el bien común e impulsar cambios para mi región. Hoy más que nunca, el servicio público me apasiona.

Yo soy sólo un caso, seguramente no el mejor, porque nuestra región tiene muchos hombres y mujeres con historias mucho más valerosas que la mía. Sin embargo, lo que busco es contribuir a la motivación de los jóvenes que ven el futuro con temor, poca esperanza o que sienten desconfianza hacia todo lo que tenga que ver con lo público y lo gubernamental.

Muchas personas se alejan de los asuntos públicos sin haberlos conocido, otros los ven como la forma de enriquecerse. Dejaré a un lado este último punto, pues resulta evidente que eso ni siquiera merece ser considerado servicio. Me concentraré en lo que importa: ¿Cómo poner las capacidades al servicio del interés común?, ¿cómo aportar y transformar vidas?

Sin duda el servicio público puede traer frustraciones, pero por encima de eso no hay mejor sensación que ver cómo una política pública o un proyecto se puede cambiar la vida de miles de personas.

Resultan desalentadoras las noticias de proyectos públicos que se tardan décadas en finalizarse, o nunca lo hacen, la corrupción y el desvío de recursos. Así mismo, inspira ver otras ciudades y países donde la mejora en la calidad de vida resulta evidente y nos preguntamos, ¿cómo llegar ahí? Si queremos llegar a estándares siquiera parecidos, debe ser una obsesión vincularnos en los asuntos públicos, siendo el voto la primera forma de hacerlo, pero yendo más allá, debemos conocer e involucrarnos en lo que pasa con nuestro barrio, comuna, ciudad, departamento y país, para que el voto sea calificado y se sustente en visiones objetivas sobre el futuro del territorio.

Para todos los que como yo sienten pasión por el servicio público y los que no: necesitamos buenos y nuevos liderazgos. Liderazgos con vocación de servicio, con formación para la gestión pública. Hacer de nuestra ciudad y región un territorio mejor requiere de más servidores comprometidos, resilientes, capaces de dar batallas con la convicción de que el bien común y el impacto final valdrá la pena.

La historia reciente del Valle del Cauca nos ha permitido ver un liderazgo colectivo nunca antes visto. Es un proceso que muestra resultados, que nos deben hacer sentir orgullosos y saber que vamos por la vía correcta. Todavía hay mucho por hacer y necesitamos más mentes y manos. Tenemos retos muy importantes. Para no ir muy lejos: Buenaventura necesita más liderazgos que sumen a la solución, que piensen diferente, no se dejen distraer por el poder, ni encasillar en divisiones. Necesitamos líderes y servidores genuinos para cerrarle la vía a quienes desvirtúan y avergüenzan lo público.

Es urgente tomar acciones concretas y articuladas para descontaminar el río Cauca, el segundo más importante del país, que alimenta entre otras, a Cali la tercera ciudad más poblada. Como ciudadanos nos preguntamos ¿por qué las estrategias que se han explorado no han logrado revertir la contaminación del río?

En la cuenca alta del río Cauca, Cali es el principal asentamiento humano que se beneficia de sus servicios ambientales, al suministrar agua potable a tres cuartos de su población.  Así como nuestra ciudad recibe las bondades del río, también es uno de sus mayores focos contaminantes. Si bien otros fenómenos también afectan la calidad del agua como la erosión, la deforestación, la minería ilegal y el mal estado de los ríos tributarios, no se puede desconocer la alta carga contaminante que aporta la ciudad y, por lo tanto, su rol en la generación de soluciones.

Precisamente desde 2017, bajo el liderazgo de la Contraloría de Cali, el Instituto CINARA de la Universidad del Valle, la CVC, la Gobernación y otras instituciones públicas y privadas de la región, se conformó la “Comisión para la recuperación de la cuenca del alta del Río Cauca”, con la misión de convertir el asunto en una prioridad regional y nacional. El Gobierno Nacional reconoció el potencial de la iniciativa y, en cabeza del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, la consolidó formalizando la Plataforma Colaborativa para la recuperación del río Cauca en el marco del Plan Nacional de Desarrollo, cuyo fin es formular e implementar un plan de acción dirigido a recuperar el río, en el marco de los planes existentes nacionales e institucionales.  

En ese contexto, la CVC ha priorizado la construcción de las Plantas de Tratamiento de Agua Residual (PTAR) de Jamundí, Yumbo, Palmira y Buga. Además, suscribió con Asocaña un convenio para recuperar la franja forestal protectora del río. Por su parte, la Gobernación del Valle formuló y está implementando el Plan de Intervención para la restauración y protección de siete cuencas tributarias. Finalmente, Emcali y el DAGMA fijaron como objetivo para 2021 la puesta en marcha de obras de saneamiento básico y control de vertimientos en el Sistema de Drenaje Sur.  

Ahora bien, el proyecto más importante en el que Cali debería enfocar su esfuerzo es el que potenciará la Planta de Tratamiento de Agua Residual de Cañaveralejo. Actualmente no se trata la totalidad de las aguas negras que genera la ciudad, y la porción tratada, se hace a nivel primario, no óptimo para una ciudad como la nuestra. Cali debe enfocarse en que la mayor parte del agua residual tenga tratamiento secundario antes de ser vertida al Río Cauca.

Todos estamos de acuerdo en la necesidad de recuperar el río. Estamos avanzando y nos respalda la Plataforma Colaborativa Nacional. Es fundamental darles continuidad y celeridad a las acciones locales para lograr la gran meta: tener un Río Cauca sano que disfrutemos todos.

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