Por fin conocimos la comentada reforma a la salud. Después de leerla detenidamente, este texto no es muy diferente al que conocimos como borrador o al contenido de las intervenciones de la ministra Corcho. Sin duda, un cambio importante es que las EPS, en principio, se mantienen como parte del nuevo sistema. Sin embargo, sigue habiendo dudas sobre el rol real que estas ejercerán en un régimen estatizado como el propuesto.
Es necesario que se estudie con detenimiento y criterio técnico la reforma a la salud. El Congreso debe abrir el espacio para una discusión pública con todos los actores del sistema y expertos para analizar las consecuencias de implementar la reforma. Para bien o para mal, este nuevo sistema nos afectará a todos colombianos. No podemos convertir la discusión en una guerra de posiciones políticas. Estamos hablando de la vida de los colombianos, no es un asunto de ideologías.
“El sistema de salud colombiano es malo y no garantiza el derecho a la salud”, esta es una afirmación demoledora para arrancar el debate. Este sistema tiene muchas cosas que corregir, sin embargo, con todas sus imperfecciones, entre 2015-2022 se tuvieron 3 mil millones de atenciones. Sin duda, este es un sistema que se ha enfocado preponderantemente en atender la enfermedad, y la atención primaria que previene la enfermedad ha sido relegada.
Es un hecho que el acceso es otro de los retos más importante. Todos tenemos derecho a ser atendidos vía el régimen subsidiado o contributivo. Sin embargo, esto sirve muy poco en zonas alejadas o cuando se tiene malos prestadores o aseguradores.
La pregunta que nos hacemos es ¿estos retos justifican acabar con lo bueno del sistema y arriesgar los beneficios que buena parte de los colombianos han recibido y pueden recibir? ¿debemos cambiar el carro porque tiene fallas, o mejor, debemos arreglarlo?
Para los que consideran que se debe cambiar el carro, es importante tener en cuenta que este nuevo sistema no funcionara de inmediato. Es decir: el carro nuevo se demora. Esto debido a que para su funcionamiento se están creando múltiples órganos e instancias, esto sin contar con los miles de centros de atención primaria que se deben construir y dotar con recurso humano en los próximos 10 años. Aunque el texto trata de contemplar una transición, lo claro es que el modelo de atención primaria tan anhelado, no será una realidad en el corto plazo.
Preocupa además la cantidad de responsabilidades que tienen los entes territoriales, los nuevos consejos administradores de los fondos regionales de salud y las Instituciones de Salud del Estado (ISE). La descentralización es sin duda la salida, pero la entrega de funciones debe estar acompañada con recursos y capacidades y el texto no es claro en ello. Lo anterior, dejando a un lado que buena parte de los municipios de categoría seis ya hoy están sobrecargados de responsabilidades y sin recursos.
Finalmente, esta reforma a la salud desconoce el rol del sector privado. Este no sólo está representado por las EPS, sino también por clínicas y hospitales de alta complejidad y de altísima calidad. Tan sólo en el Valle del Cauca tenemos dos de las mejores de Latinoamérica. Será un error promediar por lo bajo con el control de precios que pretende la reforma. Esto limita la innovación que permite tener la mejor tecnología y tratamientos. Para los que creen que estos servicios son para ‘los ricos’, para citar un ejemplo, en la Fundación Valle del Lili el 60% de los pacientes son de bajos recursos y provienen de regiones alejadas del Pacífico colombiano.
Las falencias del sistema no puede ser excusa para acabarlo. Se debe reconocer el camino recorrido, trabajar en los retos y construir sobre lo construido.
*Tomado de elpais.com.co