En este punto nadie debería discutir la importancia que tiene la educación para el desarrollo de una región y por ende un país. Sin embargo, en muchas regiones de nuestro país, y tristemente en nuestro Valle del Cauca, seguimos viendo cómo la educación está lejos de ser fuente de desarrollo y un derecho garantizado para millones de niños.
Como cada año, nos sigue doliendo que el Valle del Cauca este en el puesto 5 del resultado general del Índice Departamental de Competitiva del Consejo Privado de Competitividad. Parte de la explicación de este desempeño sigue siendo que somos el puesto 21 en el pilar de educación básica y media. En este resultado se conjugan una muy mala cobertura en toda la trayectoria educativa, una alarmante deserción escolar en educación secundaria y media, y una baja inversión en calidad educativa. Aunque algunos podrán decir que mejoramos por que pasamos del puesto 24 al 21, lo cierto es que estar en esta posición es inaceptable para una región como el Valle del Cauca.
Desde otra perspectiva, la semana pasada fueron presentados los nuevos datos de pobreza multidimensional. Si bien quitando el año de la pandemia, desde el 2018 nuestro departamento venía bajando, en el reporte de este año presentamos un aumento de 1,1 puntos porcentuales. La explicación: bajo logro educativo, rezago escolar y trabajo informal, fueron los componentes de mayor incidencia entre los hogares. Esto evidencia nuevamente que la educación es la explicación de estos resultados, pues el trabajo informal, en buena parte de los casos, es el resultado de una mala calidad educativa o de deserción escolar, lo que les impide a los jóvenes acceder a trabajos formales.
Estos datos fríos los hemos podido comprobar en los últimos años con el trabajo de Compromiso Valle. Arrancamos con jóvenes que pedían oportunidades, muchos querían emplearse, mientras otros querían educación superior. No obstante, la verdad es que, aunque muchos tienen las ganas y la decisión, muchos de estos jóvenes no “la tienen fácil”. Como sociedad les hemos quedado mal; debido a las deficiencias en la calidad educativa, pues, aunque muchos han completado el bachillerato su desempeño en las pruebas Saber 11 no les posibilita entrar a educación superior, quedando así frustrados y relegados a una educación técnica también de mala calidad y poco pertinente.
A esto que ya es grave, se suman los que dejan el colegio en noveno grado porque no ven en la educación ningún beneficio y prefieren salir a la calle a buscar el sustento. Para ellos, transitar hoy a un empleo formal no es sencillo, entre otras cosas, por las grandes debilidades en competencias y habilidades socioemocionales de la gran mayoría de nuestros niños y jóvenes, lo que les impide y tomar decisiones adecuadas sobre sus proyectos de vida
No más discursos y buenas intenciones, ¡Necesitamos acciones concretas sobre lo que verdaderamente impacta el desempeño escolar y evita la deserción! Requerimos del trabajo articulado entre el sector público y el privado para detener este círculo vicioso en el que estamos. La educación debe ser el principio y el fin de cualquier visión de desarrollo. Invito a todos los que por estos días quieren hacerse elegir a cargos de elección popular que le ‘paren bolas’ a este asunto y que no perdamos más tiempo. ¡No les podemos seguir quedando mal a nuestros niños, niñas y jóvenes!
*Tomado de elpais.com.co