Durante el III Gran Encuentro PRO que tuvo lugar en Cali, alrededor de un centenar de líderes empresariales de todo el país que hacen parte de la Red PRO reafirmaron su compromiso con el diálogo social y la generación de oportunidades. Ya son 69 programas en marcha, enfocados principalmente en empleabilidad, emprendimiento y liderazgo, que se están articulando en el marco de la estrategia Compromiso Pro, anunciada por la misma red hace un año.


A esta tercera versión asistieron representantes de toda la red, conformada por ProAntioquia, ProBarranquilla, ProBogotá, ProRisaralda, ProSantamarta, ProSantander, ProTolima; ProBoyacá como invitado especial y ProPacífico como anfitrión de este espacio, que se llevó a cabo en el Tecnocentro Somos Pacífico, en el barrio Potrero Grande, al oriente de Cali.


Durante el desarrollo de la agenda se ratificó la importancia del diálogo y la escucha como el camino para construir conjuntamente una hoja de ruta para avanzar en las transformaciones que necesita el país, con una visión de largo plazo y desde los territorios, que refleje la diversidad que nos caracteriza.


Un diálogo desde la sociedad civil, que integre las voces de empresarios, jóvenes, comunidades y lideres sociales, es la manera a través de la cual la Red Pro hace parte de las grandes conversaciones públicas que actualmente cursan en nuestro país, tales como la implementación del Plan Nacional del Desarrollo y las reformas en trámite.


Los participantes coincidieron en que estas grandes transformaciones deben partir de fortalecer lo que funciona y construir nuevas realidades a partir de los retos, pero siempre asegurando que realmente contribuyan al mejoramiento de la vida de los colombianos, a la generación de empleo formal para la población más vulnerable y mejor acceso a la salud con calidad y oportunidad para todos.


La RedPro ratifica su apoyo y compromiso con la defensa de la institucionalidad, la libre empresa, las libertades individuales y el fortalecimiento de la democracia como los pilares en los que creemos y los cuales fundamentan nuestro accionar.

Cada mes cuando se publican las cifras de empleo del Dane es frustrante ver que, aunque hay mejorías en los agregados, las cifras de desempleo de los jóvenes siguen siendo críticas. Aún peores son las de las mujeres jóvenes y más graves las de mujeres jóvenes y afrocolombianas. El último informe reveló, por ejemplo, que mientras el desempleo nacional se ubicó en 11,4%, para hombres jóvenes fue de 14,7%, y para para mujeres jóvenes de 23,1%

En el marco del estallido social, muchos creyeron que los jóvenes en las calles eran unos “vagos” que no querían trabajar, y que querían “vivir sabroso” a punta de subsidios. Esta es una visión simplista que niega una realidad que no es nueva en nuestro país. Si bien puede ser real que una porción de jóvenes pueda tener la errada expectativa de no trabajar y recibir subsidios, lo cierto es que la gran mayoría de ellos -cuyas voces hemos escuchado a través de Compromiso Valle- quieren un futuro mejor para sí mismos y para sus familias y ven en el trabajo el mejor camino para alcanzarlo.

Entonces, ¿por qué tenemos un desempleo juvenil tan alto?, ¿cómo explicar que las empresas tengan vacantes, pero no lleguen las personas? La respuesta no es sencilla y tiene dos ángulos. Por un lado, buena parte de los jóvenes que hoy están buscando trabajo no terminaron su colegio, y es que la cifra de deserción en el Valle del Cauca para 2021 fue de 6,43%, por encima del dato nacional de 4,05%. El mejor de los casos, los que logran terminar el bachillerato se gradúan en su mayoría de colegios públicos cuya calidad es muy mala. Nuestro departamento está en el puesto 25 en el índice de competitividad en el pilar de educación básica y media. Así, queda claro que los muchachos que salen a buscar trabajo no tienen las competencias sicosociales mínimas y menos las técnicas para adquirir y permanecer en un empleo.

Por otro lado, las empresas en general tienen requisitos o barreras de entrada para buena parte de la población más vulnerable. Estos no se han establecido con mala intención y, de hecho, en general obedecen a criterios de eficiencia y calidad, pero muchas veces, desconocen realidades sociales locales, que impiden que muchas personas accedan a las oportunidades laborales.

Esto es un problema estructural, que no solo afecta al Valle, y se ha venido cocinado a fuego lento con el deterioro de la educación oficial y la desconexión entre la oferta laboral y la realidad social territorial. Sin embargo, hay formas de enderezar el camino. En Compromiso Valle hemos empleado a casi 1800 jóvenes altamente vulnerables, que, con acompañamiento, formación sicosocial y técnica intensiva y con el apoyo de más de 400 empresas comprometidas con el empleo inclusivo, se han abierto un camino en el mercado laboral formal, recibiendo los beneficios derivados de ello.

Esta sin duda no es la solución de largo plazo. No podemos perder del radar los problemas de la educación en cada uno de los niveles de la trayectoria educativa. Debemos enfocarnos rápidamente en los adolescentes que hoy están en séptimo u octavo grado y que están en alto riesgo de desertar del sistema. No podemos dejarlos caer en manos de las estructuras del crimen ni dejar sus vidas a la deriva sin un proyecto que los motive. Debemos tomar medidas para que sigan educándose con calidad y adquiriendo herramientas tanto académicas como emocionales.

Todos los caminos conducen a la educación. Mientras no nos tomemos en serio estas discusiones, seguiremos viendo crecer generaciones enteras que tristemente clasificaremos como perdidas, sin haber hecho nada para cambiar su rumbo. Esto sin dejar a un lado en el corto plazo los esfuerzos que deben seguir haciendo las empresas para abrir las puertas a este talento joven.

*Tomado de elpais.com.co

De los 22,1 millones de colombianos que están en edad de trabajar, el 57,9% no tienen un empleo formal, entendiéndolo, entre otras cosas, como aquel que paga al menos el mínimo y todas las prestaciones sociales de ley. Al leer la reforma que el gobierno radicó en el Congreso de la República, queda la sensación de que esta sólo les habla a los colombianos empleados. Entonces, ¿cómo la actual reforma responde a las necesidades de los colombianos que hoy no hacen parte del mercado laboral formal? ¿Es esta la gran reforma que realmente necesita Colombia? Con más de medio país en la informalidad, la respuesta es: NO.

A través de Compromiso Valle –herramienta de impacto colectivo que por más de 20 meses ha buscado crear oportunidades para los más vulnerables- hemos conocido miles de historias que nos han permitido identificar la cara de la vulnerabilidad en nuestra región: en su mayoría mujeres entre 18 y 28 años, 40% de ellas sin bachillerato y la mitad de ellas con uno o más hijos y buena parte se autorreconocen como afrodescendientes. Esto es consistente con lo que el Dane nos dice cada mes cuando identifica que el mayor problema de desempleo en nuestro país y región se concentra en mujeres, afrodescendientes, con hijos. Tener esas características no puede ser una sentencia a la pobreza y ese es precisamente el ciclo que está identificado y que debemos atacar y romper.

¿Cómo les responde la reforma laboral a estas mujeres? A través de Compromiso Valle hemos entendido que estas mujeres piden flexibilidad en sus horarios porque también quieren tener tiempo para dedicarles a sus hijos. Querer tener trabajo parcial no puede ser un privilegio de las mujeres con recursos. Piden, además, un sistema de cuidado más robusto, público y privado para la primera infancia y los adultos mayores, lo cual facilitará su empleabilidad. Es increíble la cantidad de mujeres que nos dicen que no pueden acceder a los trabajos disponibles, simplemente porque no tienen con quién dejar a sus hijos, abuelos o sobrinos. Solo para citar un ejemplo, buena parte de las guarderías reciben a los niños a las 8:00 a.m., y los entregan a las 4:00 p.m., pero, ¿qué trabajo formal de tiempo completo permite que una mamá lleve y recoja a sus hijos en esa franja horaria?

Más allá de la discusión de genero, ¿qué le dice la reforma a los jóvenes que no quieren quedarse toda la vida en la misma empresa? Los jóvenes de hoy quieren flexibilidad y un Estado que facilite a empleadores y empleados el tener contratos de trabajo por horas o días. Hoy es imposible contribuir al sistema de seguridad social parcialmente. Esto sólo deja por fuera de la formalidad a muchos trabajadores, dejándolos descubiertos ante riesgos laborales y desempleo, incentivando la informalidad, y por ende condenando a la pobreza a quienes tienen estas modalidades de trabajo que no son nuevas.

Es claro que la mayor demanda de flexibilidad no implica menos derechos, sino entender nuevas formas de trabajo como, por ejemplo, el trabajo por horas tan avanzado en otros países. Los riesgos laborales tienen que ser debidamente asumidos por el que tiene la mejor capacidad para hacerlo a través del régimen actual con las ARL o a través de seguros todo riesgo. Se debe regular un seguro de desempleo y no obligar a los empleadores a tener empleados que no necesitan.

En los discursos cabe todo, pero la realidad es mucho más compleja. La reforma laboral no es una guerra entre empresarios y trabajadores. Por el contrario, puede ser una oportunidad para darle opciones de vida reales a los millones de colombianos y colombianas que hoy no tienen acceso a la formalidad, ni a sus beneficios. Esto sin acabar con las micro y pequeñas empresas en el intento.

*Tomado de elpais.com.co

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