El bienestar de todos como sociedad, y en especial de los más vulnerables, debe ser una prioridad colectiva. Por ello, las Naciones Unidas consolidaron desde 2015 los Objetivos de Desarrollo Sostenible, un compromiso global para poner fin a la pobreza, y garantizar prosperidad para todos, estableciendo metas desde las dimensiones social, ambiental y económica, con horizonte a 2030. Para el cumplimiento de esta agenda, un actor clave es el Estado; sin embargo, el sector privado, la sociedad civil y la cooperación internacional también tienen un rol fundamental.

El Estado no solo es clave, sino que es el máximo responsable, al contar con la facultad de regular para incentivar comportamientos privados y tener la mayor capacidad de inversión y ejecución de políticas públicas. Es decir, que la obligación por parte del Estado y los gobiernos que lo administran transitoriamente se sustenta no solo en el mandato democrático que le otorgan los ciudadanos al elegir a los gobiernos, sino también en el hecho de que ellos administran la fuente más grande de recursos que ciudadanos y empresas aportan para el desarrollo, a través de los impuestos.

Sin duda, la sociedad civil y la cooperación internacional son vitales en esta fórmula. La primera porque es quien elige a los gobiernos y, en muchos casos, cuando se une en fundaciones u organizaciones sociales, ejecuta y habilita muchos de los programas. Además, porque al trabajar directamente con las comunidades y conocer de cerca sus necesidades, es quien impulsa reales innovaciones. Por su parte, la cooperación internacional porque apoya la financiación, conecta esfuerzos como actor de confianza y cocrea gran parte de las iniciativas.

El sector privado, además de pagar impuestos, y generar empleo y riqueza para que la economía crezca, juega un rol como financiador del desarrollo a través del sector financiero. Su contribución también se manifiesta mediante la filantropía que viene de fundaciones empresariales y/o familiares. No obstante, el sector privado y sobre todo sus empresarios y colaboradores tienen un rol mucho más importante: aportar a la innovación social y ser los mejores voceros, con la palabra y los hechos, de la importancia de este necesario objetivo común, especialmente cuando trabajan de forma articulada con la sociedad civil.

En el Valle del Cauca tenemos un gran ejemplo que es referente nacional e internacional: Compromiso Valle. Empresas que han decidido ir más allá de la filantropía y vincularse con el cierre de brechas socio-económicas en todo el sentido de la palabra. Empresarios que sacan tiempo de sus agendas para escuchar y construir lazos de confianza con líderes sociales y comunidades. Como siempre digo en público y en privado, los recursos son fundamentales para que Compromiso Valle pueda hacer lo que hace, pero sin los seres humanos, dentro y fuera de las empresas, que genuinamente están comprometidas con la construcción de capital social, no sería lo mismo.

Estamos aún lejos de alcanzar todas las metas de desarrollo, pero lo principal para seguir avanzando en esta agenda, es reconocer que la lucha por la equidad no pertenece a un único partido político o persona. Es vital reconocer el rol que juegan las empresas y los empresarios en la transformación social y que es a través del impacto colectivo que alcanzaremos el bienestar para todos.

Tomado de elpais.com

Reconozco que los días previos al paro del 28 y 29 de mayo alcancé a sentir angustia. Lo que se oía no era alentador. Mientras algunos estaban muy indignados por la decisión del Congreso de la República de no avanzar con la consulta popular, otros se mostraban muy preocupados por la posibilidad de una reforma laboral (que en ese momento tenía una segunda vida), debido a los efectos que causaría, sobre todo, en los negocios pequeños. También escuchaba a otras personas que contaban cómo se estaban programando para los bloqueos y esperaban que tuviéramos nuevamente un estallido social, mientras otros decían que estaban listos para salir a defenderse si había bloqueos o desmanes.

Aunque el panorama no era alentador y el ambiente estaba enrarecido, para mí fue muy potente la sensación que tuve al hablar en los días previos al paro con líderes sociales con los que venimos trabajando desde Compromiso Valle. Algunos iban a salir a las marchas ya que consideraban que el Congreso debía dejar consultar a la ciudadanía. Sin embargo, tenían claro que estos días no podían convertirse en bloqueos, desorden, ni destrucción. Otros simplemente no consideraban sumarse debido a que pensaban que ese ya no es el camino.

Rápidamente concluimos lo que hemos sabido siempre en esta iniciativa de impacto colectivo: no debemos pensar igual para dialogar y sobre todo accionar. Estos cuatro años de Compromiso Valle demuestran cómo trabajando juntos podemos alcanzar grandes cosas. Solo para recordar algunos logros: 77 mil participantes, casi 4 mil empleos y casi 10 mil emprendimientos formados. Más de $ 200 millones generados gracias a las conexiones comerciales entre emprendedores y empresarios. Cifras que se han logrado con dedicación y tiempo, pero sobre todo gracias a los recursos de más de 750 empresas que han aportado más de $ 140 mil millones.

Fue muy importante el mensaje de calma enviado desde todos los frentes, el sector privado, líderes sociales y las autoridades, así como el llamado a que quienes se manifestaran lo hicieran de forma pacífica, combinado con el compromiso de los mandatarios a respetar la protesta social y a asegurar que no se permitirían violaciones a los derechos humanos de los manifestantes, ni a los derechos de los demás ciudadanos que se mantuvieron al margen.

¡Creo que, sin duda, en esa jornada todos ganamos! También ganó la democracia mostrando que el camino que siempre debemos seguir es el de las instituciones. Así mismo, se demostró que el derecho a la protesta se puede ejercer respetando los derechos de los demás. Ahora el gran reto es no seguir a la merced de quienes quieren generar miedo y odio cada cierto tiempo. Los cambios en una democracia se dan en el debate abierto y democrático, oyendo los diferentes puntos de vista y llegando a consensos, en los que no siempre se logra todo lo que se quiere, pero es un avance.

Respecto a la reforma laboral, debo insistir en que no se ha discutido con suficiente fuerza que la propuesta en curso se enfoca solo en los empleados actuales, sin tener en cuenta el daño a las empresas pequeñas, las que generan desde dos o más empleos. Tampoco contempla alternativas para quienes viven en el rebusque diario, en la economía ‘popular’ o informal, para quienes el trabajo por horas, pero cotizando a salud y pensión, puede ser una gran salida. Desde Compromiso Valle podemos decir con orgullo que hemos sacado a varios de ellos de esa situación para llevarlos a la formalidad. Ojalá este sea el debate público más importante en las semanas venideras.

Tomado de elpais.com

En un mundo que cada día es más individualista, polarizado y desconfiado no se le da la suficiente importancia a quienes han hecho del servir a los demás -haciendo tareas titánicas- su propósito de vida. Hoy quiero hablar de esas personas.

Los primeros que se me vienen a la mente son quienes teniendo como base sus creencias religiosas entregan su vida al servicio de los demás. Son miles de ellos los que todos los días contribuyen a que comunidades enteras tengan mejores condiciones de vida.

También están los servidores públicos, que van desde los funcionarios públicos hasta los miembros de nuestra fuerza pública. En ambos casos, son en su mayoría personas con una vocación de servicio única, en la que el bienestar colectivo prima por encima del propio. Tristemente, algunos funcionarios públicos cada día nos decepcionan más, ya que llegan a estos cargos no para servir al otro -como debería ser- sino para enriquecerse usando las peores prácticas. Estamos aburridos de los escándalos de corrupción que al final opacan a los que todavía son fieles a su misión, a los que entran a lo público con única agenda: mejorarle la calidad de vida a los ciudadanos y servirle al interés general.

De otro lado está el sector social del que hacen parte muchas fundaciones empresariales, familiares o sociales y que su día a día están dedicados a hacer que la vida de miles de personas sea mejor. Estas fundaciones (las verdaderas, no las fachadas para hacer negocios con el Estado) son una fuerza potente para la transformación de los territorios, pero lo más importante de estas organizaciones son las personas que las integran, personas con una vocación de servicio inigualable para las que el trabajo es mucho más que una forma de subsistir.

Finalmente, están los que sin cargo (y sin pago) sirven todos los días con la misma o mayor vocación que los otros, haciendo lo que ni las fundaciones ni el Estado hacen por las comunidades más vulnerables. Estas personas, muchas de las cuales lideran organizaciones de base comunitaria, tienen un liderazgo innegable y con su trabajo impactan a los que más lo necesitan y muchas veces son invisibles.

Por eso desde Compromiso Valle nos hemos dedicado a fortalecerlas, visibilizarlas y profesionalizarlas para que los procesos de transformación de sus territorios avancen. Ya son más de 200 organizaciones de base con las que trabajamos, cada una con una historia más potente que la otra.

Todas estas personas me han enseñado que el servicio es mucho más que un cúmulo de actividades que se hacen por el otro. Me han mostrado que el verdadero significado de la vocación de servicio es la entrega, pasión y compromiso que busca la transformación de realidades y que incluso, algunas veces, esta vocación es terca, no entiende de razones y persiste hasta encontrar los resultados.

Sin duda creo que hay muchas cosas buenas que contar de estos procesos y sobre todo creo en el poder de este trabajo en equipo. Por eso es necesario que quienes tenemos esa pasión por el servicio nos unamos para contar lo que hacemos, intercambiemos experiencias que nos permitan hacer mucho más y así desde el servicio ser bálsamo en este mundo de desesperanza.

Tomado de elpais.com

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