Se acerca el momento en el que debemos elegir un nuevo Congreso de la República y a quién será nuestro presidente para los próximos cuatro años. Sin duda, la contienda política se acelera y exacerba; sin embargo, y muy tristemente, empiezan a escucharse con más fuerza teorías que ponen en duda a las instituciones electorales y al proceso mismo.
Algunos dicen que no vamos a tener elecciones. No obstante, nuestra Constitución es clara en señalar cada cuánto deben llevarse a cabo. Incluso en los momentos más críticos de nuestra historia -con candidatos asesinados y graves situaciones de orden público- Colombia ha celebrado elecciones.
También se dice que no se confía en la Registraduría ni en el operador encargado del proceso. Sin embargo, la más reciente encuesta de Invamer muestra que la Registraduría es la tercera institución con mayor opinión favorable del país, después de las Fuerzas Militares y la Iglesia Católica.
Más allá de esta percepción, es muy importante recordar que las elecciones no dependen únicamente de la Registraduría: son administradas, controladas y supervisadas por más de 11 entidades, entre ellas la Fiscalía, la Procuraduría, la Policía Nacional, el Consejo Nacional Electoral, el Consejo de Estado y el Ministerio de Interior, por mencionar algunas.
En el proceso electoral de nuestro país también intervienen 700 mil jurados de votación, entre funcionarios públicos y ciudadanos comunes y corrientes, que son llamados a cumplir esta función en el día de las elecciones. La responsabilidad de estas personas es mayúscula, ya que son quienes son garantes de lo que pasa durante las votaciones y desde las 4:00 de la tarde, cuando se cierran las urnas, se encargan de contar los votos y realizan las actas electorales.
También intervienen en este proceso los testigos electorales que son designados por los partidos para hacerle veeduría a ese proceso, pero también son postulados por otras organizaciones como grupos significativos de ciudadanos y organizaciones de observación electoral. Estos testigos vigilan los procesos de votación y escrutinios mesa por mesa en todo el país.
En conclusión, es un proceso que puede no ser infalible, pero no es fácilmente manipulable por la cantidad de entidades y personas que intervienen en él. Pero quienes lo hacemos realmente infalible somos, en últimas, los ciudadanos. Primero, porque ejerciendo nuestro derecho al voto elegiremos a quienes representarán y guiarán nuestro destino en los próximos años, por esto debemos inscribir nuestras cédulas y salir a votar de manera masiva. Pero así mismo, debemos asumir con orgullo las designaciones a ser jurados de votación, si es nuestro caso, y de ser posible oficiar como testigos electorales.
Algunos dirán que esto no reduce la posibilidad de que, por ejemplo, por la fuerza se intente evitar las elecciones utilizando mecanismos diversos. Sin embargo, es en esto que como colombianos no nos podemos equivocar creyendo teorías de conspiración que nos quitan como ciudadanos cualquier posibilidad de decisión.
Aquí no puede importar la ideología, si en algo debemos estar todos unidos es en el respaldo y protección del proceso electoral. En este proceso, como en pocos, los ciudadanos tenemos el poder.
Tomado de elpais.com