El futuro de un territorio, ciudad o país, sin duda, está en su gente. Y es que somos las personas las que tenemos la capacidad de innovar, crear y transformar realidades. No es casualidad que cuando se habla de productividad y competitividad siempre se haga referencia al talento humano, a la importancia de su formación y calidad. Precisamente, la historia nos demuestra que son las invenciones de hombres y mujeres las que nos han permitido avanzar con descubrimientos e innovaciones que en su momento eran inimaginables, la agricultura, las revoluciones industriales y hoy en día la inteligencia artificial son testimonios de ello.

En los últimos 100 años la humanidad ha tenido más avances tecnológicos y científicos que los que se podían dar en milenios, y eso se debe en gran parte a que la educación dejó de ser un privilegio para convertirse en una necesidad.

Por esto es tan importante que pensemos que la educación, además de ser un derecho fundamental, es la única forma que tenemos para hacer de Colombia un mejor país para todos, más próspero, más competitivo y más equitativo. Esto último no es un argumento menor, ya que no hay mejor forma de generar equidad que dándole educación de calidad a todos nuestros niños y niñas. Con educación la movilidad social está casi asegurada.

Sin duda, es un completo despropósito que no hablemos más de la situación de la educación en el país, arrancando por la primera infancia. En Colombia solo el 36 % de los niños de 0-5 años reciben algún tipo de atención, y para el Valle del Cauca este porcentaje es del 31 %. Ya en la educación básica y media, la cobertura y la calidad educativa están teniendo una realidad crítica. Mientras en Colombia el 3,7 % de los estudiantes de colegios oficiales desertan, en Cali este porcentaje llega al 6,68 % en los colegios oficiales, cifra que ha ido aumentando progresivamente desde el 2020.

Si hablamos de cobertura, en Colombia llega al 83,5 % de la población en edad de estudiar, mientras que en Cali solo llega al 80,6 %. El panorama tampoco es alentador en calidad educativa, actualmente el puntaje global promedio de pruebas Saber para colegios oficiales de Cali es 251 (SED, 2024) estando tres puntos por debajo del promedio nacional. Estas cifras muestran que debemos establecer una apuesta de país y de ciudad que fomente que nuestros niños quieran estar y permanecer en las aulas de clase y, por lo tanto, que ellos sean el centro y fin último de la educación.

Estas cifras deberían ser razón más que suficiente para que todos en una sola voz peleáramos por esta causa. Sin embargo, es triste ver cómo son pocos los que se dan esta pelea y hacen control político por estos temas. Sin duda, la educación tiene voceros, pero están más enfocados en luchar por los derechos de los maestros que por los de los niños. Y menos, en sentido más amplio, en pensar en los efectos de esta mala educación para el país.

Cuando me encuentro a jóvenes de 18-20 años que no terminaron el colegio y les pregunto la razón, la gran mayoría me contesta que porque no les parecía que la educación les fuera a ayudar en nada ¡Qué tristeza!, pero lo cierto es que la educación de hoy no les ayuda mucho. Sé que algunos podemos tener la sensación de que a los jóvenes de hoy les fallamos y que en parte son una generación perdida. Sin embargo, me queda la esperanza que, si trabajamos juntos por los niños de hoy ellos, los jóvenes del futuro serán los que saquen la cara por sus padres, quienes crecieron en un sistema que no les dio las herramientas para alcanzar su máximo potencial.

Tomado de elpais.com

Al leer la reforma laboral que se discute en estos días en el Congreso de la República, cabe preguntarse para qué y para quién se hace. Ya hemos oído a la Ministra decir que con esta reforma no se generarán nuevos empleos, lo que es una verdadera lástima en un país que tiene un desempleo del 9,7 %. Lo anterior, sin contar con los empleos que según lo que contempla el texto se podrían perder, debido a las inflexibilidades y cargas que estipula la reforma y que, al final, lo que hacen es que el costo por empleado sea mayor, lo que generará que muchos empresarios, sobre todos los más pequeños, tengan que despedir a algunos de sus colaboradores. 

En un país en el que más del 50 % de las personas en edad de emplearse están en la informalidad no se explica cómo se está pensando en una reforma como la que nos están planteando. Por ejemplo, resulta incomprensible cómo no existe una posición más clara sobre la creación de empleo para los jóvenes y especialmente para las mujeres jóvenes. Para el trimestre mayo-julio de 2024, Colombia presentó una tasa de desempleo juvenil del 17,2 % y si nos fijamos en Cali, la ciudad presentó una tasa de 18,5 %, la segunda más alta después de Barranquilla.

Estos datos son el resultado de leyes y políticas públicas que por décadas han ignorado a los jóvenes, especialmente a las mujeres, las que siguen siendo invisibilizadas por la reforma que se tramita en el Congreso. Mujeres o niñas que son madres a edades muy tempranas y que se ven obligadas, en la mayoría de los casos, a abandonar el colegio y agravando aún más su situación. Esto sumado a una pésima calidad educativa que hace muy difícil el acceso a empleos de calidad. Lo que tristemente nos hace preguntar si el embarazo adolescente no tiene explicación en esta misma mala calidad educativa y en que las niñas no vean en la educación un camino para un futuro más próspero. Según datos del Dane, para el 2023, el departamento del Valle del Cauca registró menos mujeres matriculadas en el nivel de secundaria con respecto a los hombres.

Para rematar toda esta situación, muchas de estas mujeres no tienen red de apoyo, la cobertura de centros públicos para el cuidado de la primera infancia en casi todo el país es limitada y, sobre todo, tienen horarios que no son aptos para las jornadas laborales, lo que termina ocasionado que ellas rechacen trabajos y queden a merced de condiciones precarias y condenadas a la pobreza.

Me rehúso a pensar que vamos a tramitar una reforma laboral que solo le da más beneficios a los que hoy ya tenemos empleo y, no tratará de resolver problemas de fondo que como país hemos dejado a un lado por décadas, como la brecha de empleo de las mujeres y los jóvenes. Esta reforma, de seguir este camino, terminará causando más perjuicios que soluciones a los miles de problemas que tenemos hoy los colombianos.

Tomado de eltiempo.com

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