Tener una buena movilidad en las ciudades es fundamental, no solo porque mejora la calidad de vida de sus habitantes, sino porque las decisiones que se toman en este frente afectan varios otros. Por ejemplo, enfocarnos en el vehículo particular, carros o motos, como medio de transporte principal, trae consecuencias en la congestión y la afectación al medio ambiente, sin contar con los riesgos asociados a la salud pública por la alta accidentalidad y el aumento de emisiones.
Por estas razones y sobre todo ad portas de ser anfitriones de la COP16 debemos analizar y pensarnos nuestra movilidad de manera integral. Esta conversación no solo es de Cali, ya que la ciudad tiene relaciones funcionales con sus municipios vecinos. La última Encuesta de Movilidad origen-destino realizada por Metro Cali, son más de 3,7 millones de viajes dentro y entre Cali, Palmira, Yumbo, Jamundí y Candelaria.
La conversación debe girar alrededor de tener una red vial en buen estado a nivel interno, como en los accesos y pasos urbanos. En este sentido, el planteamiento no es acabar con los vehículos particulares, sino generar una movilidad más eficiente, en la que el transporte público sea el centro de una movilidad urbana sostenible.
Cali tiene el MÍO, los buses colectivos, los camperos que transportan en ladera y esperamos tener prontamente el tren de cercanías. Pero aun teniendo esto, es evidente que no tenemos un sistema que cumpla con los criterios de confiabilidad y accesibilidad que necesita la ciudad. Los últimos años, por errores de planeación y ejecución del MÍO, nos la hemos pasado en una falsa discusión entre el MÍO y el colectivo, lo que no ha permitido enfocar los esfuerzos y articular a la institucionalidad para garantizar una oferta de transporte público de calidad. Hemos dejado que la ilegalidad se tome las calles y que la calidad en el transporte y el cuidado del medio ambiente no sean prioridad.
Con todo y sus errores, debemos salvar el MÍO. El Gobierno Nacional y el local le han invertido recursos que no pueden botarse a la basura. El MÍO debe ser el eje estructurante de la movilidad y debe integrarse con otros medios de transporte, buscando eficiencia y no competencia.
Para lograrlo, se debe terminar la troncal oriental del MÍO para que el sistema conecte con el oriente, además de descargar la tarifa técnica de costos innecesarios. La compra de flota es fundamental para hacer la transición a energías limpias y ayudar con la sostenibilidad financiera del sistema. Finalmente, se debe configurar cómo hacer para que esa integración sea rentable y eficiente para el MÍO y el transporte colectivo, siempre pensando en el usuario. Sin duda, para que esto funcione se debe trabajar fuertemente en sacar de las calles el transporte ilegal y la Secretaría de Movilidad tiene un trabajo muy importante en este aspecto.
El MÍO debe mejorar su servicio para que los caleños lo vuelvan a considerar como un medio de transporte útil y efectivo. Para esto las frecuencias y la puntualidad son fundamentales. Vemos con satisfacción que los Indicadores este año han mejorado, con 294.855 pasajeros promedio día hábil frente 267.823 en el año 2023. El índice de puntualidad reporta un 80,9% frente a 73,9% en el 2023.
Sin duda, son muchas las discusiones que aún debemos dar. Por eso, desde ProPacífico y la Cámara de Comercio de Cali realizaremos un foro a finales de mes para que sigamos debatiendo, siempre pensando primero en el ciudadano, sin intereses particulares y protegiendo el medio ambiente.
Tomado de elpais.com.co
Buenaventura es de Colombia y requiere la mirada atenta, dedicada y empática de todo el país.
Buenaventura, uno de los municipios con mayor riqueza hidrográfica de Colombia –con once cuencas que dan vida a siete grandes ríos y un centenar de quebradas– y uno de los sitios más húmedos del país, en el que llueve casi todo el año, es el mismo municipio en el que paradójicamente la mayoría de sus habitantes no tienen acceso permanente al agua potable.
Según datos de la Superintendencia de Servicios Públicos, que son parte de un reporte de la Sociedad de Acueducto, Alcantarillado y Aseo de Buenaventura (SAAAB), la cobertura del servicio de agua en el Distrito es del 79 por ciento y la continuidad no supera las 10,1 horas por día. Si esta cifra resulta difícil de creer, lo es aún más si tenemos en cuenta que, como lo confirman los bonaverenses, en realidad no son más de 3 a 6 horas diarias las que tienen el servicio. Esto sin mencionar que hay sectores que pueden pasar días y hasta semanas sin agua.
El acueducto de Buenaventura se diseñó hace más de 80 años, y desde hace más de 25 años se habla de la necesidad de modernizarlo. Con la expedición del Conpes 2861 (1996), se dio el impulso a la privatización de los servicios de acueducto y alcantarillado en Buenaventura en el año 2002 con la contratación de Hidropacífico.
Hasta esta fecha, el servicio lo prestaba directamente el Distrito y durante 20 años la ciudad contó con un prestador privado. Sin embargo, la situación no mejoró, el servicio sigue siendo intermitente y el agua no es potable. Desde el 2022, la SAAAB asumió la operación del servicio, sin cambios evidentes hasta el momento.
Lo que sí ha resultado evidente es que las inversiones en las líneas de conducción y optimización de las redes matrices que se necesitan para que las pérdidas no sean del 82 por ciento no se han hecho. Tampoco se ha trabajado en la optimización de la planta Escalerete y su bocatoma, entre algunas otras acciones necesarias para mejorar la calidad y la continuidad del servicio.
Sin embargo, lo más frustrante de esta situación es que desde 2014 se creó el Plan Todos Somos PAZcífico, que justamente tenía como objeto la inversión de más de $ 150.000 millones para el mejoramiento del acueducto de Buenaventura. Hasta la fecha, ha tenido avances e intervenciones, pero no han sido suficientes para que los bonoverenses tengan agua buena parte del día todos los días de la semana.
Qué pensarían los ciudadanos de la capital colombiana, que recientemente se han enfrentado a cortes de agua, si esta situación fuera su día a día. Sí, en Colombia, en Buenaventura, el puerto del Pacífico no tiene agua potable de manera continua.
No se puede afirmar que estas ejecutorias no se hayan dado por corrupción (aunque es mejor no escribirlo en piedra). Las causas están más dadas a falta de un equipo local capaz y dedicado a hacer que las cosas pasen. A que el fondo es manejado desde Bogotá, con las dificultades que eso trae.
La realidad de una oficina en la capital colombiana es muy diferente a la de Buenaventura y también hay que decirlo, algunos liderazgos locales han generado más reprocesos y demoras que aportes.
Buenaventura es de Colombia y requiere la mirada atenta, dedicada y empática de todo el país. Necesitamos acciones concretas para que Buenaventura tenga agua 24/7, y esto requiere la acción articulada de los sectores público, privado y comunitario. Menos discursos y más acciones.
Tomado de eltiempo.com
Esta época del año nos obliga a pensar en lo que sucedió por esta misma fecha en el 2021 en el país, pero sobre todo en lo que pasó en Cali y el Valle del Cauca. Aunque han pasado tres años, es evidente que aún hay muchas heridas abiertas por los hechos de violencia lamentables y reprochables ocasionados por fuerzas ilegales y políticas, que se aprovecharon de las circunstancias para agitar una situación que ya era muy compleja. La desigualdad en nuestro país y la pandemia fueron un terreno fértil para avivar reclamos enquistados en la sociedad.
Sin embargo, hoy es difícil entender que algunos sectores insistan en seguir agitando los ánimos y ponernos en bandos opuestos. A ellos es importante recordarles que en Cali y el Valle del Cauca, un grupo importante de personas, líderes, fundaciones y empresas de todos los tamaños llevan estos tres años escuchándose y dialogando con acción, construyendo un vehículo de impacto colectivo que hoy es ejemplo nacional: Compromiso Valle.
Nadie pretende que se olvide lo que sucedió porque es evidente que aún hay mucho que sanar, pero como ciudadanos nos corresponde aprender a convivir y crear una visión compartida para esta tierra que es de todos. Nos habían acostumbrado a narrativas en las que un empresario de una gran compañía no podía trabajar hombro a hombro con un barrista social nacido en el Distrito de Aguablanca. También nos habían dicho que los jóvenes de Siloé o de El Retiro no eran bienvenidos en las empresas de nuestra región y que los pequeños emprendedores no podían hacer conexiones comerciales con empresas.
Hoy la narrativa definitivamente es otra. Los 63 mil participantes de Compromiso Valle, los más de $100 mil millones invertidos y las miles de relaciones improbables que se han dado demuestran que sí podemos dialogar en el marco de la diferencia. Que los empresarios no son esos ‘villanos’ a los que no les importa su entorno, que los jóvenes no son unos ‘vagos’ a los que no les interesa nada y que las fundaciones empresariales, familiares y de base sí pueden trabajar juntas dejando a un lado los egos y poniendo el trabajo colectivo en beneficio de la comunidad primero.
Compromiso Valle ha demostrado que sí podemos construir una narrativa diferente, pero sobre todo, que es mucho más que un cúmulo de proyectos sociales, es innovación social a su máxima expresión que está construyendo confianza y capital social todos los días. No nos quedemos en lo que nos divide, más bien hablemos de lo que nos une. Muchos se sorprenderán del resultado al unir esta diversidad que nos hace únicos.
La invitación es a seguir por este camino y no por el del odio. Este vehículo de impacto colectivo es la demostración de que sí se puede y que está en todos seguir trabajando para que nuestra región se transforme. Juntos podemos cambiar la narrativa de división por la de unión partiendo de las potencialidades de cada uno, les invito a dialogar con acción. Acá necesitamos muchas manos y mentes con la convicción de que para avanzar debemos reconocernos y sumar en el marco de la diferencia. Colombia debe escuchar más de Compromiso Valle y ojalá más regiones -como ya lo hizo Magdalena- repliquen este ejercicio que le ha dado tanto y le seguirá dando a Cali y al Valle del Cauca.