La semana pasada el Concejo de Cali aprobó el Acuerdo 180 para el fortalecimiento del Sistema de Transporte Masivo - MÍO. Este acuerdo además de pignorar $1,3 billones de la sobretasa a la gasolina hasta el año 2045, estipula que habrá un sistema integrado de transporte. En principio estas son medidas que pueden ser pertinentes para lograr su sostenibilidad y mejorar la calidad del servicio. Sin embargo, el debate alrededor de este proyecto no fue fácil, y hoy hay varios sectores preocupados e inconformes.

Está claro que el MÍO como fue planteado en sus inicios, tuvo errores graves, por los cuales, por ejemplo, nunca se alcanzaron los casi 900 mil pasajeros proyectados. Poco a poco el sistema se ha ido degradando hasta llegar a su situación actual, reducido a su mínima expresión, prestando un regular servicio y con una ciudadanía que, en gran parte, no lo quiere.

La sostenibilidad siempre ha sido un problema: inicialmente se asumió como política pública nacional que los sistemas de transporte masivos tipo BRT debían ser autosostenibles. Después se entendió que la tarifa al usuario –lo que paga un ciudadano- nunca se ha acercado a la tarifa técnica - lo que cuesta al sistema moverlo-. Solo hace cuatro años se reconoció que esto era imposible, por lo que el apoyo del Gobierno Nacional y los gobiernos locales se hizo necesario.

Para compensar esa diferencia, en Cali se creó el Fesde y cada año las administraciones le han puesto recursos. Sin embargo, la pandemia y el estallido social presionaron la necesidad de caja y la administración, a pesar de los esfuerzos, no ha logrado darle al MÍO el flujo de recursos que necesita para tener más buses en circulación y disminuir tiempos de espera. Por esto, inyectarle nuevos recursos, es una buena idea en la medida en que las inversiones se enfoquen en optimizar los costos de operación y los procesos de recaudo y control.

Pero ¿cómo se van a invertir estos recursos? La desconfianza en la actual administración hizo que muchos creyeran que habilitar esta posibilidad en este momento no era conveniente. Otros consideraban que el MÍO no aguantaba sin estas decisiones urgentes. Hay que resaltar que el Concejo incluyó modificaciones que dieron algo de claridad.


Personalmente, me hubiera gustado tener detalles más precisos, pues sería catastrófico gastar los recursos en la compra de buses y la contratación de un sistema de integración y recaudo, sin que esto disminuya efectivamente la tarifa técnica, y sin que se enmarque en un plan real de sostenibilidad a largo plazo.

Es un hecho: hoy el MÍO requiere ser subsidiado y debe integrarse con medios de transporte existentes y futuros para mejorar la oferta al ciudadano. Hace unas semanas la firma Transconsult, contratada por el Distrito, presentó un estudio en el que se plantea un sistema integrado, con el ciudadano como eje central, en el cual el colectivo y la guala se integran al MÍO. Esto requiere de un mejor sistema de recaudo e información, pero también, un mejor control de la ilegalidad, mayor seguridad en estaciones y la exigencia del cumplimiento de las normas de tránsito.

Es primordial que esta integración tenga al sistema de transporte masivo actual, y después al tren de cercanías, como eje estructurante de la movilidad de Cali. Hacer que el colectivo o la guala compita contra el MÍO sería un grave error. Lo que pasó la semana pasada fue un primer paso. Lo que queda es trabajar y que los caleños hagamos seguimiento. A la administración le quedan 10 meses y este plan de recuperación requiere muchos años más. Tenemos que estar atentos a lo que se contrate este año y a que el siguiente alcalde o alcaldesa se comprometan con la sostenibilidad definitiva del MÍO.

*Tomado de elpais.com.co

Por fin conocimos la comentada reforma a la salud. Después de leerla detenidamente, este texto no es muy diferente al que conocimos como borrador o al contenido de las intervenciones de la ministra Corcho. Sin duda, un cambio importante es que las EPS, en principio, se mantienen como parte del nuevo sistema. Sin embargo, sigue habiendo dudas sobre el rol real que estas ejercerán en un régimen estatizado como el propuesto.

Es necesario que se estudie con detenimiento y criterio técnico la reforma a la salud. El Congreso debe abrir el espacio para una discusión pública con todos los actores del sistema y expertos para analizar las consecuencias de implementar la reforma. Para bien o para mal, este nuevo sistema nos afectará a todos colombianos. No podemos convertir la discusión en una guerra de posiciones políticas. Estamos hablando de la vida de los colombianos, no es un asunto de ideologías.

“El sistema de salud colombiano es malo y no garantiza el derecho a la salud”, esta es una afirmación demoledora para arrancar el debate. Este sistema tiene muchas cosas que corregir, sin embargo, con todas sus imperfecciones, entre 2015-2022 se tuvieron 3 mil millones de atenciones. Sin duda, este es un sistema que se ha enfocado preponderantemente en atender la enfermedad, y la atención primaria que previene la enfermedad ha sido relegada.

Es un hecho que el acceso es otro de los retos más importante. Todos tenemos derecho a ser atendidos vía el régimen subsidiado o contributivo. Sin embargo, esto sirve muy poco en zonas alejadas o cuando se tiene malos prestadores o aseguradores.

La pregunta que nos hacemos es ¿estos retos justifican acabar con lo bueno del sistema y arriesgar los beneficios que buena parte de los colombianos han recibido y pueden recibir? ¿debemos cambiar el carro porque tiene fallas, o mejor, debemos arreglarlo?

Para los que consideran que se debe cambiar el carro, es importante tener en cuenta que este nuevo sistema no funcionara de inmediato. Es decir: el carro nuevo se demora. Esto debido a que para su funcionamiento se están creando múltiples órganos e instancias, esto sin contar con los miles de centros de atención primaria que se deben construir y dotar con recurso humano en los próximos 10 años. Aunque el texto trata de contemplar una transición, lo claro es que el modelo de atención primaria tan anhelado, no será una realidad en el corto plazo.

Preocupa además la cantidad de responsabilidades que tienen los entes territoriales, los nuevos consejos administradores de los fondos regionales de salud y las Instituciones de Salud del Estado (ISE). La descentralización es sin duda la salida, pero la entrega de funciones debe estar acompañada con recursos y capacidades y el texto no es claro en ello. Lo anterior, dejando a un lado que buena parte de los municipios de categoría seis ya hoy están sobrecargados de responsabilidades y sin recursos.

Finalmente, esta reforma a la salud desconoce el rol del sector privado. Este no sólo está representado por las EPS, sino también por clínicas y hospitales de alta complejidad y de altísima calidad. Tan sólo en el Valle del Cauca tenemos dos de las mejores de Latinoamérica. Será un error promediar por lo bajo con el control de precios que pretende la reforma. Esto limita la innovación que permite tener la mejor tecnología y tratamientos. Para los que creen que estos servicios son para ‘los ricos’, para citar un ejemplo, en la Fundación Valle del Lili el 60% de los pacientes son de bajos recursos y provienen de regiones alejadas del Pacífico colombiano.

Las falencias del sistema no puede ser excusa para acabarlo. Se debe reconocer el camino recorrido, trabajar en los retos y construir sobre lo construido.

*Tomado de elpais.com.co

El trabajo articulado y en equipo siempre será más retador que aquel que se hace de manera individual, pero también más gratificante. Cuando muchos perseguimos un objetivo común y trabajamos por él, hacemos y logramos más. La innovación y creatividad que se tienen cuando hay un grupo diverso de personas trabajando con un mismo propósito es inigualable. Sin embargo, en el trabajo conjunto los procesos son más lentos y las decisiones se deben tomar consensuadamente. El ego puede jugar malas pasadas pues suele ser más atractivo ser ‘el salvador’ que ser parte de un equipo que se salvó.

Cuando se habla esto en el ámbito político, el asunto se hace más complejo. Las personas que quieren llegar a cargos públicos tienen la necesidad de demostrar públicamente que tienen los méritos para los cargos o roles y de ganar adeptos para ser los elegidos. Deben demostrar que sus propuestas son efectivas, que tienen experiencia, que son confiables y que tienen las soluciones para las necesidades de su territorio. En paralelo y en aras de la competencia, muchos además optan por demostrar que sus oponentes no tienen las mismas cualidades.

Así, el trabajo en equipo se vuelve casi imposible y peor aún si los candidatos están en orillas políticas opuestas. No siempre es fácil diferenciar entre control político serio y lucha política sin altura que prioriza los intereses individuales y partidistas por encima del interés común. Lo cierto es que, en medio de estas pugnas, los que perdemos somos precisamente los ciudadanos, los votantes. Es decir, perdemos todos.

Entre más me involucro con los temas del desarrollo, más compruebo que la única forma de alcanzarlo es con el trabajo articulado entre el sector público, privado y la academia. Este trabajo debe estar enmarcado en planes de mediano y largo plazo, por lo que exige una continuidad y priorización de agendas. Eso requiere, además, que los mandatarios de turno tengan la grandeza de valorar el trabajo de su antecesor, así no coincidan con este ideológicamente. Si bien las nuevas ideas son válidas, se deben compartir acuerdos fundamentales y construir sobre lo construido cuando ello beneficie al ciudadano. Esto es, ponernos de acuerdo en los mínimos comunes para que no tengamos que refundar la patria cada cuatro años.

Regionalmente llevamos un buen camino recorrido en este sentido y la agenda de infraestructura es un buen ejemplo de ello. Gracias al trabajo articulado entre el Bloque Parlamentario, la Gobernación del Valle, los alcaldes, los gremios, la academia, ProPacífico y otros actores tenemos unas prioridades claras que avanzan año tras año. Igualmente, en lo ambiental, llevamos varios años trabajando en la plataforma colaborativa ‘Colectivo Río Cauca’, que empieza a dar frutos, que ya tiene prioridades para incorporar en Plan Nacional de Desarrollo, y que nos permitirá seguir impulsando la recuperación de la cuenta alta del Río Cauca.

Sin embargo, tenemos una deuda pendiente con la educación. Siendo un tema en el que muchos trabajamos, los puntajes de las Pruebas Saber nos muestran cómo la calidad en nuestro departamento está muy por debajo de lo que se merecen nuestros municipios y más retador es que no nos ponemos de acuerdo en una hoja de ruta para remar hacia el mismo lado.

Ahora que se construye el Plan Nacional de Desarrollo y elegiremos nuevos mandatarios locales se hace más importante acordar esos mínimos: la agenda común que todos vamos a empujar. Sin duda esta gran alianza público-privada-comunitaria dará los frutos que no hemos tenido aún y permitirá que nuestra región avance en la ruta del desarrollo.

*Tomado de elpais.com.co

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