El Valle del Cauca y en general el suroccidente colombiano deben ser vistos con otra mirada, no solo por la necesidad evidente de refuerzos policivos y militares, sino por la urgencia de una ofensiva sostenida que permita recuperar el control territorial que el Estado ha perdido en los últimos años. Pero las acciones no solo son necesarias en este frente, deben estar acompañadas de un refuerzo importante de programas de prevención de la violencia que permitan a los jóvenes oportunidades de generación de ingresos diferentes a la ilegalidad. También deben sumarse programas de sustitución de cultivos, cuidado de los ecosistemas y agricultura sostenible que brinden alternativas dignas a quienes hoy dependen de las economías ilegales.

Todo lo anterior, sin duda, también debe suponer una mirada distinta en lo más estructural: la atención de nuestros niños y niñas en su primera infancia, además de una buena calidad educativa y estrategias de permanencia escolar que les mantengan en la escuela y les den herramientas para construir un futuro para ellos y sus familias.

Así mismo, el fortalecimiento de las actividades productivas regionales y del turismo, a través de mejores condiciones de competitividad, es absolutamente prioritario. Por ejemplo, una mejor calidad de la infraestructura no solo disminuye tiempos y costos de viaje, sino que brinda mayor acceso a mercados. En este contexto, las vías terciarias en buenas condiciones se convierten en un factor determinante para que los productos cultivados en la ruralidad lleguen a los mercados, los productores tengan mejor acceso a insumos y los turistas puedan acceder a toda nuestra belleza natural.

Ojalá comprendamos que todos estos asuntos no deben tener ideología y que avanzar en ellos es avanzar en el desarrollo de esta región.

De igual manera, se requiere avanzar en corredores estratégicos para la competitividad con proyectos como la doble calzada Buga-Buenaventura, la vía Mulaló-Loboguerrero o la conexión Cali-Rumichaca. Y sin lugar a dudas, la conectividad marítima es vital para los intercambios comerciales, lo que resalta la urgencia del dragado de profundización del canal de acceso al puerto de Buenaventura.

Dentro del objetivo de fortalecer los intercambios comerciales y el turismo, el transporte aéreo resulta crucial por su capacidad de conexión rápida y confiable, por lo que es imprescindible la modernización del aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón. Sin embargo, las demoras en la apertura del proceso de selección del nuevo concesionario y la reciente retoma de la operación del aeropuerto por parte de la Aerocivil se convierten en un obstáculo para mejorar la calidad de la infraestructura y poner en marcha estrategias para aumentar la conectividad área con mayores rutas y frecuencias. Realmente es una lástima que el Gobierno Nacional haya dejado pasar los tiempos para la publicación de la nueva concesión que hoy nos tiene en un escenario muy desfavorable para esta región que lo que necesita son buenas noticias.

Además de estas consecuencias, la reversión a la Aerocivil también significa que el municipio de Palmira perderá cerca de 30.000 millones de pesos anuales y que Buenaventura no tendrá por ahora la modernización de su aeropuerto, ya que el proyecto de concesión incluye cerca de 560.000 millones de pesos para esta terminal aérea. En definitiva, la región tendrá su aeropuerto más importante operado por una entidad que tiene múltiples funciones y operación de distintos aeropuertos regionales de menor capacidad, lo que repercute en la efectividad e innovación para mejorar la conectividad de los habitantes del suroccidente y el desarrollo de industrias en la región asociadas al transporte aéreo.

El Valle del Cauca y el suroccidente piden atención real del Gobierno Nacional y de Colombia. Ojalá comprendamos que todos estos asuntos no deben tener ideología y que avanzar en ellos es avanzar en el desarrollo de esta región, ya que se trata de garantizar que cada persona –en el campo o en la ciudad– pueda vivir con dignidad y ejercer plenamente sus derechos, empezando por el más elemental de todos: el derecho a la vida.

Tomado de eltiempo.com

En lo personal, hacer parte de Compromiso Valle me ha traído muchísimos aprendizajes y experiencias maravillosas, pero sin duda entender y vivir el propósito de la iniciativa ha sido la mejor forma de contribuir desde mi rol y lo que soy a que tengamos una ciudad, un departamento y un país mejor para todos.

Somos la unión en la diversidad. Promovemos conversaciones y acciones que generan confianza y crean oportunidades, inspirando y movilizando la transformación positiva de personas, comunidades y territorios.

En Compromiso Valle hay unión en la diversidad porque lo integramos líderes comunitarios, empresariales y fundacionales que pensamos y tenemos en algunos casos posturas diferentes, además de ser y venir de lugares distintos. Las conversaciones no han sido ni son fáciles, pero la clave ha sido la escucha activa y el respeto por lo que piensa el otro. Y si somos tan diferentes, ¿qué nos mantiene juntos? Nos mantiene juntos la visión compartida del cuidado de nuestro territorio, porque al final todos coincidimos en que queremos que le vaya bien a la ciudad, al departamento y al país. El raciocinio de que para que me vaya bien a mí le tiene que ir mal al otro, no existe. Es más, este trabajo conjunto nos ha demostrado que nos puede ir bien a todos.

Claramente, esto no se ha dado de la noche a la mañana, llevamos cuatro años haciendo la tarea. Hemos estado abiertos a hablar con el diferente, a ponernos en sus zapatos y a no verlo como enemigo sino como un posible aliado para construir juntos. Todo esto no se ha quedado en las conversaciones, las acciones han sido fundamentales para generar confianza. Creo mucho en el diálogo, pero sin duda no es suficiente. Cumplir con los compromisos y accionar juntos efectivamente ha sido la clave.

Por ejemplo, este fin de semana estuvimos en Buenaventura en nuestra segunda versión del Festival Red Salvavidas. Un ejercicio que más que un festival de algunas horas es el producto de un trabajo que se da durante un año (ya llevamos dos) con organizaciones de base del distrito, en donde gracias a este ejercicio estas organizaciones se fortalecen para poder seguir haciendo lo que hacen en cada uno de esos territorios. Como lo dicen sus líderes, para seguir salvando vidas.

El diálogo de estos años se traduce en la transformación de personas, porque efectivamente se están cerrando brechas socioeconómicas; más de 4000 jóvenes han conseguido empleo formal en empresas de nuestra región que se han subido al bus y están haciendo cambios para generar más empleos para los más vulnerables, más de 10 mil emprendimientos se han fortalecido al igual que 220 organizaciones de base social y cultural.

Estos resultados también se reflejan en beneficios indirectos en las familias, comunidades y eventualmente en los territorios. Sin embargo, para hacer más en esto último, necesitamos a un sector público articulado a este propósito. Un sector público que más allá de las discusiones políticas se enfoquen en el hacer.

Sin duda la situación de país no es fácil, pero los ciudadanos debemos jugar un rol importante en el que por encima de las discusiones políticas que ya se empiezan a agudizar, podamos tener la serenidad y la firme convicción de que es con trabajo conjunto y no con división como sacamos a nuestro país adelante.

Evidentemente, esto nunca implicará quedarse callados frente a los errores, inoperancia o fallas de los funcionarios públicos. Justamente en esta coyuntura es importante recordar que otro de los roles que debemos tener como ciudadanos, además de ejercer nuestro derecho al voto, es hacer seguimiento y exigir el mejor funcionamiento del Estado. Sin embargo, debemos tener claro que todo esto se puede dar en un ambiente constructivo y no destructivo. Compromiso Valle es un gran ejemplo, sin romanticismos, de cómo se construye desde la diferencia.

Tomado de elpais.com

Cuando se trata de evaluar los avances que hemos tenido como región en los proyectos de gran impacto y nuestro trabajo colectivo, siempre he sido una convencida de que debemos ver el vaso medio lleno y no medio vacío. Y dejando a un lado la discusión semántica, los hechos hablan por sí solos.

En la vía Buga - Buenaventura, la construcción de los 35 kilómetros que hacen falta en doble calzada, por fin se están construyendo y todo el corredor tiene garantizado su mantenimiento con la concesión que arrancó en el 2022. La malla vial del Valle también avanza con obras importantes, como la prolongación de la Avenida Ciudad de Cali hasta Jamundí, con un 63 % de ejecución, y la doble calzada Jamundí - Villa Rica, con un avance del 35 %.

De igual manera, la doble calzada Santander - Popayán está en un 39,85 %.

Sin embargo, pese a estos avances, son varios proyectos en los que, como región, debemos exigirle al Gobierno Nacional más claridad en sus compromisos y resultados concretos. El dragado de profundización de Buenaventura lleva ya un tiempo considerable en la estructuración técnica, pese a tener desde el 2019 estudios de base desarrollados por Invias.

A esto se suman los retrasos en las consultas previas y los procesos de licenciamiento ambiental, lo que ha impedido entrar en la discusión de la financiación.

En cuanto al aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón, se incumplieron con todos los cronogramas de la publicación del proceso de selección de la nueva concesión para la modernización de este importante terminal. Por estas demoras, el aeropuerto quedó destinado a ser administrado por la Aerocivil por al menos nueve meses, con las graves consecuencias que esto tendrá para la competitividad de la región.

De otro lado, el ferrocarril del Pacífico se quedó en la prefactibilidad y, aunque el Presidente y el Gobierno han anunciado su interés en reactivar el sistema férreo nacional, este proyecto está parado desde el año pasado.

El Tren de Cercanías del Valle es sin duda el proyecto que más duele por los firmes avances que ha tenido recientemente. La región tiene ya el proyecto estructurado, cumpliendo con todos los aspectos técnicos y jurídicos. Además, tanto la Gobernación del Valle como las alcaldías de Cali y Jamundí tienen garantizados los recursos para cumplir con el 30 % que les corresponde de la financiación. Sin embargo, aún no recibimos el anhelado aval técnico y fiscal del Gobierno Nacional para que cumpla con el 70 % que le corresponde. Su materialización significará la reducción de al menos un 33 % en los tiempos de viaje entre Jamundí y el norte de Cali. Además, generaría cerca de diez mil empleos y evitaría aproximadamente 1,2 millones de toneladas de emisiones de CO2.

Es innegable que este es un proyecto de una enorme rentabilidad social y brindará una renovación estructural del territorio en favor del desarrollo sostenible.

Otro tema que requiere de atención urgente es el Acueducto de Buenaventura. Este proyecto lo esperan los bonaverenses desde hace mucho tiempo, pero no se han visto avances significativos ni antes ni en estos últimos años. Finalmente, aunque se dejó de hablar del tema, otra gran deuda con la población más vulnerable no solo del Valle, sino de todo el país, es el fracaso del programa Jóvenes en Paz. Miles de jóvenes en el suroccidente vieron cómo las promesas nunca se cumplieron y, sobre todo, cómo las oportunidades de una vida mejor nunca llegaron.

Los beneficios de todos estos proyectos para los ciudadanos son evidentes. Como vallecaucanos, esperamos sinceramente que nuestro bienestar sea más importante que cualquier motivación política, sobre todo teniendo en cuenta el apoyo que esta región le dio al actual Gobierno.

Tomado de elpais.com

2021 ProPacífico · Todos los derechos reservados